Una exposición temporal en el Caixaforum del Paseo del Prado de Madrid nos trae estos días una pequeña muestra de la obra Reality properties: Fake States, de Gordon Matta-Clark (Nueva York, 1943-1978). Hijo de pintora estadounidense y pintor chileno (Roberto Matta), el no-arquitecto neoyorquino parece asumir en esta no-obra una crítica en torno a la ordenación territorial absurda, que va creando espacios aislados, vacíos de contenido y significado, improductivos tal vez. 'Propiedades realidad: estados falsos', es en realidad un juego de palabras alrededor de los real states o bienes inmuebles.
En la década de los setenta, Matta-Clark conoció que, con el mismo fin recaudatorio que mueve a cualquier ayuntamiento, en Nueva York se subastaban periódicamente pedazos de ciudad, muchas veces irrisorios en tamaño y extraños en cuanto a localización: trozos de acera, esquinas de parcelas, franjas de terreno emparedadas entre proyectos ejecutados, un par de metros cuadrados de un callejón. Fue comprando estos retales, a veces por 25 dólares o menos, hasta su muerte, muy temprana, demasiado, con 35 años. No tuvo tiempo siquiera de pagar los impuestos correspondientes a esas escrituras.
Puede que su idea fuera la de dar un sentido a estos rincones olvidados por el urbanismo; proyectaba seguramente hacer instalaciones artísticas permamentes o efímeras en muchos de ellos. Tuvo tiempo de hacer estos collages de fotos y mapas, como si hubiera querido explicarse el absurdo de los recovecos creando una cartografía propia. Como si, del sobrante del collage urbano, hubiera querido hacer otra obra de arte.
El ayuntamiento hizo cuentas antes o después y abandonó la idea de las minisubastas de los no-espacios públicos, pues seguramente salía más caro el collar que el perro.
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