A lo mejor no hay nadie ahí dentro, pero esa negrura es capaz de infundir tanto temor por sí misma, que no hace falta que esté habitada. Sabemos que hay arañas y arañas; pero desde luego que ese tipo de araña que espera a que pases por delante, en un día de sol y descanso, descanso soleado y despreocupado, ese tipo de araña, digo, no es del tipo amable; no es del tipo agradable o humanitario. A veces podemos mandar a freír espárragos a esas arañas también, incluso pisarlas y mirarnos la suela con triunfal sonrisa luego, sin más dilación mandarlas a la otra esquina del barrio. Jesús, qué violencia.
1 comentario:
"Me extraña que siendo araña, no te valgas de tus mañas"
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