lunes, 5 de noviembre de 2007

La ciudad de Vitrubio


He estado sumido en la lectura de un libro apasionante que recomiendo, Breve historia del urbanismo, de Fernando Chueca Goitia (Alianza, 1968). En su lectura, uno evoca las distintas épocas de la humanidad a través de la forma de hacer ciudades. Está escrito con maestría y vocación didáctica (los capítulos se llaman lecciones), y se nota dónde el autor quiere que nos detengamos con él a reflexionar sobre temas que pueden resultarnos suculentos, invitándonos a explorar otras lecturas, perdiéndonos en la Historia.


Paradójicamente, uno de los capítulos que me han parecido más interesantes es el que trata la ciudad del Renacimiento. Digo que puede ser paradójico porque, aparentemente, se trata de un período de cierto inmovilismo en cuanto a urbanismo se refiere: “pobreza y falta de ingenio de las realizaciones”, como dice Chueca. Sin embargo, es muy interesante la figura de Marco Vitrubio, arquitecto e ingeniero romano que estuvo al servicio de Julio César y Augusto, en el siglo I antes de Cristo, y de cuya obra civil sólo se conoce, por escritos, la basílica de Fanum Fortunae, antigua colonia en la región de Pesaro y Urbino, junto al Mar Adriático.

Vitrubio es más conocido por ser la fuente de la que beben los arquitectos del Renacimiento para imaginar una ciudad ideal. Su tratado, De architectura, compuesto de diez libros, sobrevivió al paso del tiempo, perdido en las estanterías de oscuros monasterios, hasta caer en manos de los humanistas del cuatrocento, que comenzaron a estudiarlo como una auténtica Biblia de la arquitectura clásica.

La ciudad ideal, según Vitrubio, es aquella que defiende a sus habitantes de los ocho vientos predominantes, y sus calles se ordenan “de tal manera que los vientos, atacando sobre los ángulos que ellas formen, se rompan y disipen”. Para llegar a este ideal, se basa en los conocimientos de los arquitectos griegos, y más concretamente en Andrónico Cyrrhestes y su Torre de los Vientos en Atenas. Así, como en todo su colosal tratado, Vitrubio deja patente su función de correa de transmisión entre el mundo clásico griego y el mundo idealista del Renacimiento.

La lástima es no disponer de las ilustraciones y demás gráficos que acompañaban el tratado. Pero, afortunadamente, tenemos herramientas informáticas con las que podemos observar a vista de pájaro algunos ejemplos de las ciudades que se fundaron, en pleno siglo XVI, siguiendo el ideal de Vitrubio; como Palmanova, al este de Venecia, con su plaza central hexagonal y cuya planta, un polígono de nueve lados, podemos ver en la imagen rodeada de campos de labor, carreteras y urbanizaciones modernas. Más ejemplos de ciudad vitrubiana: Grammichele y Avola, en Sicilia; Vitro-le-François y Philippeville, en Francia; y Coeworden, en Países Bajos.

1 comentario:

Mariana dijo...
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